miércoles, 24 de septiembre de 2014

Auxilio, Auxilio: no tengo vesícula



La pinta que tenía en la sala de recuperación.

Hace un mes exactamente, sentí un dolor que no se lo aconsejo a nadie, era un dolor: como amasando pizza, como amasando pan, mejor dicho era un dolor casi indescriptible, que ni si quiera la graciosa propaganda de tv de los chef lo podía describir. Entonces apenas despuntó la mañana me  medio vestí y me fui de urgencias al Hospital San Ignacio muy cerca de donde vivo, no me fui en taxi porque me mamé de marcar y marcar, entonces opté por la fácil, irme en lo primero que pase. Llegué casi a las 6:30 am, evitando el tráfico y cuando llegué ese martes a urgencias del hospital no lo podía creer, pensaba que la gente se enfermaba solo los lunes por aquello de la pereza laboral, pero no, los martes y ese no fue la excepción también estaba abarrotado de gente, mejor dicho, estaba hasta las tetas como se dice coloquialmente. Como yo me conozco el dichoso procedimiento entonces me hice a la idea que me iban a atender bajito a las 9:00 am pasadas, pero no, resulta que o le gusté a la enfermera o me creyó el dolor, a las 7:45 am me hizo seguir al famoso Triage que es más o menos la antesala de un consultorio médico, allí te miden la presión y la tenía bajita; te miden el resto y todo lo tenía chiquito; te hacen un examen general y todo me salió negativo, como quien dice estaba entre los más jodidos del día, en otras palabras, me iban a atender rápido. Luego del Triage tenía que pasar como a la sala de espera que no es ni más que la misma sala pero sabía de antemano que me iba a atender un médico. 


Como ya me conozco también el procedimiento (hay que recalcar que soy cliente asiduo del hospital, voy tan seguido que los porteros me dicen... Don Carlos, nuevamente bienvenido a ésta su casa....). El caso es que a eso de las 9:15 am me llamaron al consultorio, ésta vez me tocó una médica que apenas yo la vi no tuve reparo alguno, me senté donde ella lo dijo, me acosté como ella lo dijo, mejor dicho todo lo que dijera ella yo lo hacía: que churro de mujer, su nombre María Alejandra, esa mujer apenas me tocó por ahí, me tocó por allá, mejor dicho cada vez que posaba un dedo en mi adolorido cuerpo como que me curó y yo fresco ahí haciéndome el muerto... con ganas de que esa médica me sanara por completo. Luego me dijo: Don Carlos usted se queda en el hospital (dicha la mía no podía de la felicidad, yo al lado de semejante churro, pues para que más dicha, yo eso era lo que quería, para mi después de esas palabras el dolor lo mandé pa'l carajo) entonces ella volvió a decir: Don Carlos le acabo de ordenar una Ecografía y unos exámenes de sangre para ver cómo está su estado de salud, aunque creo según mi experiencia que usted lo que tiene es un problema de cálculos. La verdad en ese momento yo ni si quiera le paraba bolas, solo la miraba (no entiendo como carajos una universidad como la Javeriana de tanto prestigio nacional como internacionalmente, permite que en su Facultad de Medicina hallan mujeres tan hermosas y  todas juntas, yo no entiendo...a mí por lo menos si me hubiese tocado estudiar medicina, yo no hubiera podido ni empezar ni mucho menos terminar la carrera, porque me imagino que uno viendo ese espectáculo todos los días no lo resiste, hasta de infarto se muere uno, en fin), claro que la médica también me miraba y decía: algún problema Don Carlos y yo con la inocencia que me caracteriza, le decía: no Dra. ya estoy mejorando (yo creo y estoy convencido que esa mujer no me creyó, pero eran tan visibles las caras que yo le hacía, que creo que la convencí). 

El caso es que a los minutos me llamaron para el examen, me recogió un camillero en una silla de ruedas (mejor dicho: el tipo era importante, o sea, éste pechito) y llegué al lugar del examen. Una médica muy simpática me atendió: Don Carlos quítese la camisa; suéltese el pantalón; por favor de lado, al rato: por favor de frente y en menos de media hora me dice: usted lo que tiene son cálculos en la vesícula....ahhh y como yo estudié ingeniería y no medicina, le dije: en palabras de cristiano que significa eso, mi querida Doctora: pues Don Carlos, 1. Usted se queda hospitalizado; 2. A usted lo vamos a operar de la vesícula y lo más probable que sea por Laparoscopia... entonces le refuté y le dije: y eso que quiere decir, entonces ella me explicó como  a chino de kínder: eso le abren la barriguita y le hacen 3 o 4 incisiones (roticos chiquitos), luego por el ombligo le introducen una cámara; (en ese momento la médica, muy simpática por cierto, me tenía tramado, o sea, me estaba comiendo el cuento de la famosa laparoscopia y como ella sabe más que yo, entonces yo le creí) de pronto en una de las incisiones le cortan... cuando esa mujer me dijo: le cortan...yo me asusté... y le dije en tono pausado: me cortan que??? a lo que ella respondió: Don Carlos no se asuste, le cortan la vesícula... aunque no lo crean yo descansé. Por un momento pensé en esos médicos que te cortan una cosa y resulta que esa no era. Pero no, estaba en uno de los mejores centros de salud de la ciudad y atendido por gente que sabe del tema.  

Para mí la Javeriana (y eso que yo soy casi Javeriano, por los años 80 y pico hice 4 semestres de Biología, pero cuando quise cambiar para Ingeniería Industrial no me alcanzó el puntaje. Pero menos mal que no estudié, porque o si no, no hubiese podido ni iniciar ni mucho menos terminar la carrera. Caldo de ojo todos los verracos días, es muy fuerte para uno solo. Claro que esas dádivas para la Javeriana y su gente no es lambonería, sino que siempre he pensado que son lo mejor de lo mejor), sus estudiantes, sus directivos y sus empleados son un equipo de personas con sabiduría, como quien dice estaba en buenas manos, me tranquilicé.

Entonces llamé a mí familia (hermanas y hermanos) inicialmente nadie me contestó el teléfono (raro en ellas, si ellas siempre están súper pendientes de todo y de todos), a la hora larguita, volví a llamar y me contestó la mayor y me dijo: y hasta ahora nos avisas? No entiendo, si le voté llamadas a la lata.... en fin, como me conozco mi gente, eso se regó por toda Colombia, llegó hasta Londres donde Alejandro mi querido sobrino, que estaba por esos días estudiando su Maestría en Surrey (Inglaterra). El caso es que yo estaba en una sala de urgencias esperando una operación de vesícula con laparoscopia. Enfermeras de todos los tipos: grandes, chiquitas, morenas, blanquitas, etc. pero en general muy simpáticas y muy colaboradoras (desde éste sitio un saludo, un abrazo y un besote para Vicky, mi negra hermosa, la persona que me hizo sentir un mejor ser humano). Entonces empezó el viacrucis y digo viacrucis porque empieza la chuzadera: Don Carlos es que le vamos a poner un catéter porque usted de ahora en adelante va a recibir suero en vez de alimentos: para mí eso era nuevo, porque yo en mi vida había oído el término, catéter... en fin, pero tocó poner el brazo, la mano, etc. más de una vez para introducir una aguja que ellos le dejan en el sitio para que luego la destroza y los medicamentos hagan su aporte al enfermo, o sea, éste pechito. Pero sentía que una cosa me faltaba: mi médica María Alejandra... ella no volvió y la verdad yo me volví a sentir malito, hay que reconocer que la pinta de la médica influye mucho en la cantidad de dolor que uno tenga de momento.


En esa sala de espera que ellos llaman "Extendida" y allí duré cinco (5) días esperando que me operaran, hasta me hice amigos, había una señora con la cual hice amistad (estaba en frente y tenía lo mismo que yo, vesícula) y con ella hablábamos casi todo el tiempo. Incluso hice amistad con las demás personas a mí alrededor, con diferentes problemas, con diferentes enfermedades, pero todos con las mismas expectativas: cuando será que me operan, cuando me quitan el dolor, etc.) yo creo que yo soporté el sitio porque sabía que iba a salir sano y operado. Luego de tres (3) días de espera llegó mi remedio: una médica que se iba a encargar del caso: su nombre Mónica, una niña de unos 28 años, con un pelo entre rubio y como morado (o era el suero que me tenía mirando pendejadas o esa médica era del país de los sueños) no sé de qué nube se cayó, pero lo cierto es que los siguientes días, ella y su equipo de colaboradoras se encargó de mi caso. Yo ya estaba del otro lado, hasta que llegó el personaje: un médico de nombre: Raúl (un médico como de 2 mts de alto, muy simpático) y me acuerdo mucho del profesional porque tenía una cualidad que pocos o casi pocos tenemos y digo tenemos porque esa particularidad la he tenido en sueños, pero la he tenido. El médico se hacía acompañar de 4 colaboradoras a saber: 1. La rubia, una médica de unos 26 años, muy bonita y lo mejor rubia natural, no como las rubias vecinas de uno, que se pintan el pelo y cuando se baña se les corre. No... ella era natural, eso se nota; 2. La morena: una médica como costeña, simpática, seria, pero convincente; 3. Mónica: la médica que con solo mirarlo a uno, así lo cura y 4. La indiferente: una médica divina ella, pero lo miraba a uno con una indiferencia, para mí que ella en sus ratos libres era bacterióloga (nota: explicarlo con plastilina). Al medicazo Raúl lo acompañaban siempre ese séquito de médicas muy churras por cierto. Para alegrar un poco más el cuento y en realidad pasó, al medicazo le puse el HOMBRE AXE...(obviamente con mucho respeto y acordándome de la propaganda de AXE de la tv, en que el protagonista se echa la loción y lo persiguen mujeres de todos los colores y todos los sabores), el médico se reía, pero al final se me puso serio (imagino la razón, ya no estaba tan acompañado e imagino que el tipo también se lo soñó, jajajaja). 

Llegó la hora de la operación, el Diagnóstico que me llevó a esa sala de urgencias en el cuarto piso del HUSI: Vesícula Biliar, Colecistectomía: colecistitis crónica de patrón folicular. Valor Crítico: benigno. Firma el Dr. Humberto. Me imagino que si ha leído usted amigo lector y seguidor de mi blog, acá usted ya lo entiende perfectamente todo, con toda claridad. Si entendió el diagnóstico del médico tratante y si entendió lo del valor crítico, entonces, usted está igual que yo. Totalmente versado en la materia y ha entendido a la perfección todo el procedimiento. Pero faltaba lo más importante, conocer al matasanos (siempre le he dicho así a los médicos, pero es con cariño y con mucho respeto) que me iba a extirpar el problema de raíz. Entonces un camillero me dijo: Don Carlos lo dejo para que entre al baño antes de la operación, usted va a estar en ésta sala por espacio de media hora y luego tendrá que pasar a la sala. 


Nota: En la foto anterior a la derecha quise mostrar más o menos cuál fue el equipo de profesionales que me operó, quise también respetar su identidad, de pronto son todos ellos, de pronto no.





Entonces le dije: y cuál va a ser el profesional que me va a intervenir? el camillero me señalo el grupo de profesionales. La verdad sea dicha, yo miré a todos con desconfianza, parecía un salón de kínder (todos chiquitos...ahhhh!!!) pero igual eran los que me iban a operar y estando allá en esa sala y después de pasar por todo lo que tuve que pasar, no tenía escapatoria, ni modo de huir de lugar. No me hizo falta ni Alejandra, ni Mónica, ni la morena, ni la rubia, ni la vecina, ni Vicky la enfermera que tiene mi mismo apellido, mejor dicho estaba preso y no podía echar para atrás. Cuando llegué por fin a la sala de cirugía, miré con detenimiento para todos los lados (no entiendo porque hay gente tan bruta que se hace una operación de estética en un garaje) esa era una sala de cirugía de verdad, con instrumentadoras, auxiliares, médicos, enfermeras, asistentes, etc. Cuando miré al médico que me iba a rajar no me la creí por un momento, luego le dije en voz alta: había que sentar un precedente: usted es el médico que me va a operar? el médico de nombre Sergio (Dr. Sergio, Cirujano General - Epidemiología Clínica - Miembro del Servicio  de Cirugía General del Hospital Universitario San Ignacio), me dijo muy serio: si Don Carlos la Doctora acá presente y yo, somos quienes nos vamos a encargar de su caso. Como yo ya estaba dentro de la sala de cirugía, en la camilla, medio empelota y sin mis médicas del primer piso como pa' que lo defiendan a uno, ni modo de salir corriendo. Ya era un hecho, a mí me iban a cortar, quitar, extraer, seccionar, extirpar, decapitar, suprimir, exterminar, extinguir y hasta amputar la vesícula. 


Pero que es la vesícula y pa' que sirve? Para ilustrar el significado de la vesícula, me tomé el tiempo para hacer una Investigación Científica que no entendí un carajo. Pues la vesícula es un órgano muscular que almacena la bilis, que no es más que un saco membranoso con forma de pera situado bajo la superficie del lóbulo derecho del hígado, justo detrás de las costillas inferiores. Tiene una longitud de 7,5 cm y un diámetro de 2,5 cm en su parte más ancha. Su capacidad varía de 30 a 45 milímetros. La función de la vesícula es almacenar la bilis segregada por el hígado y que alcanza la vesícula a través de los conductos hepático y cístico, hasta ser requerida por el proceso de la digestión. Cuando funciona con normalidad, la vesícula vacía su contenido a través del conducto biliar (colédoco) en el duodeno para facilitar la digestión, favorece los movimientos intestinales y la absorción, evita la putrefacción, y emulsiona las grasas.

Unos minutos después de ver al médico chiquito (para mí era muy joven, pero también es cierto que la gente ahora se gradúa por ahí de 23 años, hace su internado y luego su especialización, contando todo el proceso, el personaje tendría como 28 años), algo me pasó y le comenté a mi conciencia: si el médico que me va a operar está vestido de verde al igual que instrumentadoras, auxiliares, médicos auxiliares, enfermeras, asistentes, etc. , me tengo que llenar de confianza. Entonces me puse a hablar un poco con él y eso me llenó de más confianza (además mis médicas de Famisanar son jóvenes y muy profesionales, entonces no había porque desconfiar). Luego se me acercó la anestesióloga, una médica me habló de lo divino y lo humano y yo como soy tan tímido le comenté que en Cali tenía a mi primo Huguito que también es anestesiólogo (para ser honesto yo lo vi en esa sala de cirugía, en conclusión si eso fue cierto: estaba bien acompañado) y hasta ahí me acuerdo. 

Luego al rato, no sé cuántas horas más me desperté en el pasillo y tenía 4 rotos en el cuerpo a saber: una cortada de unos 5 cms de largo, encima del ombligo que imagino que por ahí sacaron el bicho (la vesícula), otra cortada más pequeña de unos 1.5 cms a la derecha, otra de 1 cm más a la derecha y una raja en el ombligo, mejor dicho uno tiene ombligo y si se lo rajan tiene doble ombligo y una costra feísima, que parece como sangre pero como picha, me imagino que será la pus que produce la operación. Mejor dicho, no puedo decir con claridad que es exactamente porque me dio asco probarla (soy muy inquieto e hiperactivo y si algo me estorba lo miro y le paso la lengua, parezco perro). Estuve en ese pasillo tal vez unas dos horas más, o sea, que si la operación fue a las 8:00 am yo salí del cuarto piso llegando las 12 del mediodía. De allí salí para reanimación un par de días y luego para el post-operatorio. En esa sala estuve otros tres (3) días. En vista de que sale uno y entran dos de esas salas o salones, llenos de enfermeras en 3 o 4 turnos, jeringas de todos los tamaños, medicamentos van y vienen, entran en las venas de la gente sin reparos y como es hospital universitario llegan los médicos pichones (para mi éstos médicos son los estudiantes de medicina que hacen sus prácticas desde quinto semestre y a mí me parece eso la verraquera que un médico que se está formando tenga la práctica en vivo) a tocarlo a uno por todas partes, a hacerle n preguntas, mejor dicho las estadísticas del HUSI, pero es necesario porque para eso es un hospital de una universidad tan prestigiosa como la Javeriana de Bogotá. 


El médico Sergio: mi cirujano, durante la recuperación iba con alguna frecuencia a visitarme, no solo él, sino el medicazo: Raúl, a mi esas visitas eran muy gratificantes, porque al fin de al cabo, uno como persona y como paciente era importante para el médico y eso es bueno. Claro que ellos al igual que otros profesionales también van a visitar a otros pacientes, pero cuando llegaban a visitarme me daban tantas ganas de vivir aunque no tuviera vesícula (en un principio estaba convencido que sin vesícula todo se me iba a complicar, pero no fue así, gracias a Dios). Siguiendo con el tema, me enviaron a casa a pasar el post-operatorio... pero el sitio tenía que tener dos características: 1. una persona se tenía que hacer cargo de mí y 2. la comida tenía que ser light. Mis hermanas y en general mi familia come muy bien. Tenía tres opciones: donde mi hermana Yema, pero ella como trabaja todo el día y parte de la noche entonces allí no se podía; luego donde Betsy pero como tiene perro, allí tampoco; donde vivo que es una pensión, pero allí menos porque allí hay gato y además la señora no tiene tiempo pa' hacerse cargo de uno, además no hay amistad. Entonces mi hermana Bertha, me ofreció su hogar, su casa, sus cuidados y la mejor de todas sus cualidades: su cualidad de madre, porque ella es eso y yo lo vi durante más de 15 días, sus cuidados como una madre y me recordó a mi madre; Pedro, su esposo también estuvo de acuerdo y además me dijo que su empleada prepararía los mejores platos, los más exquisitos viandas para tener una estadía agradable. Ahora faltaba lo más importante: la autorización del HUSI para el ingreso de casi 20 días de post-operatorio. Llegó el día del ingreso y el HUSI no puso reparos al ver donde yo iba a pasar esos días de recuperación. 

Cuando llegué a su hogar fui muy bien recibido (al principio me sentía como extraño) pero luego me sentí como en casa.  A mí hermana Bertha como se lo dije un día cualquiera: tú te mereces el  cielo (porque uno a los 55 años sentir todavía ese abrigo de una madre, eso se siente y se aprecia) y mucho más, eres una persona muy especial y tienes unos detalles muy lindos con las personas. A Pedro como igual se lo escribí y dije un día: usted es una persona muy seria pero esa es su cualidad, cuando usted entró en mi casa hace 40 años o más, desde ese día sentí admiración por usted, a usted es una persona que respeto mucho; a Nevis, su empleada como se lo dije un día, usted es una persona que me aguantó y aguantó mis achaques, pero usted fue reservada y eso uno lo valora mucho. El caso es que mi estancia en casa de mi hermana fue más que agradable, casi que no me voy. Los días fueron eternos en un principio porque soñaba mucho con la operación y me despertaba a las 3:00 am casi todos los días, nunca supe porque. Pero cuando me levantaba, lo hacía enérgico, con ganas de no ser como un estorbo en la casa, sino por el contrario ser una persona útil, tuve mis errores porque soy humano, pero aprendí de ellos y no solo de las personas sino de los errores y me supe comportar, al principio me dio duro, pero aprendí (espero no haber causado muchas molestias). 

Luego de pasar 20 días en casa de mi hermana, me tocó vivir la realidad: volver al sitio donde vivo, a la pensión en Galerías. Cuando llegué a esa fría casa: un saludo frío, era de esperarse. Luego entré a mi alcoba, muy fría, con olor a húmedo, entonces era hora de usar sándalo (siempre uso sándalo, casi a diario porque mi alcoba está entre dos baños, razón por la cuál es un tanto húmeda, más no fría. Es algo extraño pero es la realidad). Al igual que en casa de mi hermana, me desperté a las 3:00 am (No sé qué carajos me pasó a mí a esa hora, en qué lugar, que día) pero me pasó y nunca he sabido porque o porque no. A los días de estar aquí, me pasó algo cómico pero por mi culpa: me empecé a rascar las heridas, hasta el punto que se me infectaron y eso me mandó otra vez al hospital y no  solo eso, sino que según el gastroenterólogo, habían quedado algunos cálculos por fuera de la operación (porque el cirujano cuando opera, él está por decir algo de frente a la cavidad y no ve el otro lado) y por endoscopia, los especialistas sacan los otros. 


El diagnóstico de los gastroenterólogos: Colangio-pancreatografía Retrograda Endoscopia (CPRE) SOD. Se solicita CPRE para retiro de STEND en vía biliar en 3 semanas, se requiere bajo anestesia. La verdad, cuando yo vi y leí todo esto, no entendí nada, pero una explicación de uno de los profesionales me sacó de la duda, me explicó el procedimiento: hay unos cálculos en la parte posterior de mi cuerpo, el cirujano no pudo verlos porque estaban detrás o en otro lado (por decirlo de alguna forma) ellos por endoscopia sacaron esos cálculos de más, pero parece ser que uno de ellos se hizo el negado y se quedó en el 
cuerpo. Además de esto me dejaron un tubito que ellos llaman Stend para de cierta forma reemplazar la función de la vesícula. Ahora quedaba la autorización de mi EPS: Famisanar y afortunadamente se logró y con rapidez.

Hoy, 23 de septiembre de 2014, que estoy escribiendo estas notas me hace gracia y estoy toteado de la risa, porque cada vez me convenzo de que sé escribir, que no solo me agrado a mí mismo, sino que estoy seguro que otros lo harán. Hoy que estoy escribiendo éste relato me doy cuenta y así lo siento, que todos los días que pasé en el HUSI fueron necesarios para mi recuperación, que me lo gocé y que fui demasiado, pero demasiado desaplicado no solo con las enfermeras sino con los médicos. Pero tocaba hacerlo de alguna forma, porque quien me está leyendo en éste momento no sabe lo que es estar en 
un sitio donde no quieres estar, pero no quería estar por el ambiente tan pesado, muchas enfermedades en un solo lugar, además que uno no puede dormir en esas salas porque si no es la toma de la presión, es la curva de glicemia, más tarde llega la enfermera diciendo: Don Carlos, el medicamento, entonces a qué hora se duerme uno? entonces estar uno en ese tejemaneje es como mamón. Por eso fue que no me lo tomé en serio en el hospital (por mi comportamiento dentro de las salas de recuperación, le pido excusas a las médicas, médicos, enfermeras, enfermeros, camilleros, a Andrés el amigo de Sodexo (aseo de baños y pasillos), me hizo sentir muy a gusto y siempre me pareció un gran ser humano y eso se valora y se respeta), pero tendrán que entender que era mi primera vez en un hospital y no sabía mucho los procedimientos. 

En fin, ahora estoy en casa, en el lugar donde vivo, donde duermo, donde estoy en las noches y a veces en los días, donde tengo que seguir mi vida. Ahora estoy a la espera de una cita médica el próximo jueves con el psiquiatra, porque estoy en un acelere y con una ansiedad que hasta me desconozco. También en un par de semanas creo, me toca la cita con el gastroenterólogo para el retiro del Stend (el tubito que me dejaron los médicos para el reemplazo de la vesícula). Hoy tengo algo de preocupación porque me ha dado duro después de la operación, digo para mis adentros que la operación me cambió, porque antes tenía unas prioridades en la vida, hoy tengo otras. Además las comidas han cambiado, ya no puedo comer lo que antes me gustaba: los gorditos, el pan, la grasa del pollo, etc.  Antes de la operación caminaba mucho, creo que se me iba la mano, ahora después de la operación trato de caminar lo mismo pero me canso y no solo me canso sino que me duele el cuerpo, entonces tengo que parar, descansar y hacer otra actividad. Para mi caminar, hacer ejercicio como antes, es importante el ejercicio y poder tener una mejor calidad de vida para mi futuro, pero ahora no puedo hacerlo como antes, me duele el cuerpo. En fin, eso me imagino que el psiquiatra me lo quitará o me dirá como sacarlo de la mente. 

Bueno queridos lectores, he pasado en mi relato de lo gracioso a lo serio, de lo divino a lo humano. También hemos aprendido un poco del cuerpo humano y de sus cavidades. 

Espero que cuando lean éstas últimas palabras no lo hagan por cansancio sino por gusto. 
Un fuerte abrazo.