He vivido en dos oportunidades en Bogotá, la primera vez épocas de estudiante y en la Universidad mi carrera de Ingeniero y pero de ésta vez llevo 10 años que éste año cumplo en el mes de junio. Cuando creé el Banco de Oficios me dije a mí mismo que algún pagaría una promesa al Señor de Monserrate pero que ésta proesa debería ser con cierto grado de sacrificio. La verdad busqué compañía para subir a pie por el sendero peatonal, pero a la gente en general le gustan las cosas fáciles. Luego cuando me gané el premio de poesía y cuento, retomé la idea de pagar una promesa y me propuse volver a intentarlo y también perseguí gente con el ánimo de compañía, pero parece ser que la idea de subir a pie como que espanta a la gente.
Luego llegaron los otros premios y ahora en semana santa a raíz de una crónica de una española en el programa de la mañana, me dije a mi mismo, si ella una española que lleva viviendo tan poco tiempo en el país no solo se conoce cada rincón porque yo le he mamado tanto gallo a la subida y posterior promesa al Señor Caído de Monserrate? Entonces le puse fecha: el viernes santo 29 de marzo de 2013, con o sin compañía. Obviamente lancé la idea en mi fan page de facebook y conseguí que algunas personas me acompañaran pero del Banco de Oficios.
Claro que para ser honesto cuando llegué a la subida al cerro había una cola inmensa por lo menos 500 personas que querían hacer lo mismo que yo, ascender por el camino peatonal recién remodelado por ésta alcaldía, sabía que no iba a ser fácil, traté de buscar a los posibles compañeros de viaje, de pronto estaban allí, pero como yo no tengo fotos personales en el fanpage, sino que aparece el logo de la organización, entonces me llevé manillas, calcomanías y la idea era hacer presencia en el lugar a como diera lugar. Si me reconocían chévere detalle, si no, pues por lo menos dejamos constancia de que íbamos a estar allí.
Antes de subir me compré dos Gatorades Tropical, inicialmente pensé en tomarme una de subida y otra de bajada. Arranqué en la fila, ésta corría con dificultad pero por lo menos corría, diría yo que desde donde yo estaba en la cola hasta el primero en la entrada gasté entre 15 y 25 minutos, menos mal que llegué a las 7:15 am, porque imagino que si hubiera llegado más tarde, mucha más gente estaría en la cola y más tiempo hubiese gastado. Unos amigos me dieron varios tips para el ascenso, ellos me decían que había que hacer entre 5 y 7 paradas obligatorias: unas por la presión del aire y otras por cansancio. Con esas advertencias bienvenidas procedí a marcar el tiempo en el cronómetro de mi reloj.
Yo pensé que por lo que había llegado temprano iba a subir rapidito, pero la verdad demasiada gente, además unos que iban en plan deporte, otros que iban en plan desenguayabe, otros en plan promesa y éste pechito en plan berraquera, decidí entonces subir muy independiente, claro que uno a medida que avanza en el ascenso, conoce gente y charla de vez en cuando, además la gente reconoce el logo de la organización y eso dá cierta seguridad y complacencia.
Antes de llegar a la primera estación obligatoria 500 mts. me había tomado dos tragos del líquido y había hecho dos paradas, iba desfasado con respecto a mis antecesores, en fín, a esa altura a uno se le va el aire y obligatoriamente tiene que parar o si no le dá a uno la pálida. Ya había hecho dos personas amigas que estaban en el mismo plan mío, hacer una promesa, pero con una diferencia, una de ellas iba descalsa, menos mal que el camino es de piedras de río y toca con berraquera para esa gente osada, la pelada muy convencida también, les pregunté las razones de su subida, me dijeron que era para comprometerse seriamente en matrimonio, me pareció honesta la forma de comprometerse. Una de las cosas que más me gustó de mi ascenso al cerro, son las panorámicas de la ciudad. A medida que uno asciende el paisaje cambia, es decir, entre más arriba ve uno más de ciudad. En ésta estación quiero llamar a mi familia y amigos para dar fé de la proesa, pero no hay señal. Una de las curiosidades de ésta estación es que hay una especie de pueblo dentro de la montaña. Varias casas, hay como una comunidad enterrada en la vegetación. Ellos te ofrecen de todo desde cerveza hasta alimentos saludables.
Seguimos subiendo y llegamos a 1250 mts, me había tomado media botella de Gatorade pero me encontré en la estación con una señora que vendía bocadillos veleños, le compré dos, eso me ayuda a dar más fuerza a mi subida. Depronto al igual que en los 500 mts. miro hacia abajo y el río de gente es impresionante, miro hacia arriba y la misma cosa, definitivamente subir en época santa, es mucha la gente que se le mide, cualquiera que sea la causa de su ascenso, pero hay gente pa' todo como dice el adagio popular. Aquí descanso como 10 minutos y pasa gente en el mismo plan, me voy detrás de otro grupo de personas. Tanto En ésta estación tampoco hay señal de móvil. Miro la ciudad y veo más cemento, mucho más que en los 500 mts. veo algo del centro, del sur y un poco del norte, pero los árboles y la maleza tapan la visión.
Eso sí y me gustó, mucha seguridad, mucha policía, defensa civil y bomberos, pero no en puntos estratégicos, es decir, en pedazos de camino donde la gente se pasa de un lado a otro exponiéndo su vida, en esas partes escasea la autoridad, hay accidentes, afortunadamente no de gravedad, pero la gente a veces no respeta. Además como encuentra uno gente en plan deporte, estos suben rápido atropellando a la gente, me tocaron algunos, pero uno no se puede dar el lujo de ponérseles serio, es mejor dejar pasar la gente y hacerse el desentendido.
Seguimos subiendo e hice otra parada, me comí otro bocadillo, eso me dá ánimos, y mira hacia abajo del camino y vi más gente, miré hacia arriba y también mucha gente, miré mi reloj y a diferencia de mis antecesores escaladores, yo llevaba una hora de más. Llegué a 1750 mts. miré hacia la ciudad y se ve el espeso del cemento mucho más norte, mucho más centro y mucho más sur, también el occidente de la ciudad y ve uno el aeropuerto, pero no detallado sino que lo reconoce porque los aviones aterrizan, al fin de al cabo pasan cerca y aterrizan, entonces es fácil reconocerlo. Pero de todo esto, uno se dá cuenta que está arriba del mundo, ese mundo quieto e inerme, donde la mayoría por ser Viernes Santo, está en procesión, eso se intuye.
Ya hemos coronado parte del cerro, pero ya terminé mi primer Gatorade y voy por el segundo, en general me ha ido bien, llevo dos horas y media, una hora más que mis amigos antecesores del cerro, pero como no tengo prisa y es mi primera vez, pues me dá lo mismo, eso sí, en cada parada coloco una seña del Banco de Oficios, puede que permanezca, la gente es curiosa y la puede despegar, o el paso del tiempo, la lluvia, el rocío de la mañana o cualquier cosa la puede desaparecer, pero mientras estoy yo, permanece. Había que dejar constancia. Llegamos a un paso muy lento a los 2250 mts. miro hacia arriba y se vé parte de la iglesia, pero gran cantidad de gente, miro hacia abajo y veo mucha más gente, lo que sucede es que a medida que uno asciende al cerro, el tiempo pasa y como la subida es hasta las 10am entonces cada vez a la gente le quedará menos tiempo. Miro hacia la ciudad pero en esa estación el norte no se vé muy claro, es la posición de la estación, solo se divisa el sur, centro y oriente.
Aquí hago otra parada, ya el bocadillo lo vacié todo y mi bebida está hacia la mitad. Digamos que espero tomar el último trago cuando corone, el cansancio no me puede vencer, estamos a 100 mts en ascenso.
Cuando llego a la cima de la montaña, hay otra cola inmensa para entrar a la iglesia, mi curiosidad es porque no se vé el atrio de la cantidad de gente que hay, entonces veo que hay un grupo de personas que entra al camarín que es donde se vé claramente el Señor Caído de Monserrate, no era mi idea, la idea era ir a misa, pero es tanta la gente que es casi imposible entrar, además los amigos de lo ajeno aprovechan para meterle la mano a uno y para evitar esos problemas hago un recorrido rápido, entro a un puesto y pido una botella de agua que entra por la garganta con una facilidad impresionante. Miro mi reloj y éste marca 3 horas y media, una hora y media más que mis amigos, era mi primera vez, y espero que no sea la única, vamos a ver quien se le mide la próxima vez, en que época lo hago y cuando sticker y calcomanías me encuentro de veces pasadas. No había llovido nada en el ascenso pero mi cuerpo cansado, suda a mares, y la ropa está empapada del calor y del medio ambiente. Es cuando decido bajar en telesférico o funicular, paso a la entrada del primero y hay como 200 personas haciendo la cola, este descenso me tomará media o una hora, entonces me voy detrás de una madre y su hija que van directo al funicular, quedo en la cola detrás de ellas y empieza una conversación complaciente, la nena muy simpática y la mamá mucho más. Llegamos en 15 minutos abajo, era la segunda vez que montaba en ese tren de la montaña. Mucho más cómodo que el telesférico porque acá va en cada vagón las personas muy cómodas como en cubículos en cambio en el telesférico todos están en la misma canasta. Cuando llego a la entrada al cerro, hay relativamente poca gente, porque ya la entrada es restringida o nula.
Mi próximo destino Cerro de Guadalupe, desde Monserrate se vé precioso, ya estoy metido en un grupo de personas que van a mediados de mayo. Claro que allá casi no hay romería, no hay camino sino que se va por el filo de la carretera, hay menos seguridad razón por la cual es necesario ir acompañado.