Un año nuevo que comienza, con muchas espectativas y probablemente con casa nueva. Lo aburridor de volver a conseguir casa nueva es el trasteo, cosas del pasado que solo ve uno en los trasteos, que nunca ni si quiera le pasa por la mente en el resto del año mirar. Mirar los recuerdos del pasado, viejos anhelos que traen a la memoria nuevos recuerdos, ropa que uno se puso en el año si acaso dos veces, la tarjeta de cumpleaños que uno nunca leyó, el perfume que le regalo la aquella y que uno se ponía cuando salía con ella, no con la otra, sino con la del regalo, en fín cosas que van y vienen todos los años que uno se va para otro lado y decide un día empacarlas y darles otro destino, en otro closet, en una cómoda, en otra casa. Es también tedioso pero no menos importante el tener que conocer personas que uno va a ver si acaso dos veces en todo el año. A mí me ha pasado en los sitios donde he vivido, por ejemplo, en la primera casa donde viví me conocí con todos y con dos de ellos aún conservo una amistad, o por lo menos así se le dice ahora, amigos de la pensión. En la segunda casa me conocí con la mitad de la gente, éramos 12 personas de las cuales 8 eran mujeres y yo solo ví 5 personas en todo el año en que viví en esa casa, afortunadamente conservo una amistad de esasa amistades como de toda la vida, un gran amigo y compañero, que a propósito me vi en diciembre pasado con él y nos tomamos un par de polas. En la casa actual vivo con 6 personas más y a parte de los dueños de casa que son cuatro, a los otros solo los he visto una sola vez, pero como si no los hubiese visto nunca, porque no hablan, no saludan en la mañana, no se despiden en la tarde, mejor dicho, unos totales desconocidos. Ahora vuelve y juega, conocer la casera y sus habitantes es otra historia de otra época.
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