Ya no estoy trabajando en la Registraduría pero de esta experiencia he sacado muchas cosas positivas, no tengo palabras para agradecer a las personas que de una u otra forma fueron mis compañeros durante tres (3) meses. Yo sabía desde el primer momento en que pise los baldosines de su entrada principal que el trabajo iba a durar ese tiempo, pero me quedan varias experiencias en mi ser y lo mejor de todo este cuento es que se rompió el mito de que uno cuando llega a cierta edad se le cierran las puertas, pues en mi caso así no sucedió, todo lo contrario haber pasado por una de las entidades más importantes del país para mí no solo se convirtió en un reto sino que hasta ocupé el cargo de Registrador Ad-hoc cargo momentáneamente el día de las elecciones. También me queda un sabor dulce al saber que mi paso por la entidad dejo amigos y amistades cosa que me alegra y asi mismo deje la puerta dejé entre abierta.
Cuando yo cree el Banco de Oficios una de las características por llamarlo de alguna forma era que las personas que se emplearan preferiblemente lo hicieran cerca de la casa por varias razones: 1. La cercania al lugar de trabajo; 2. Se ahorran los almuerzos y 3. Cuando salen del trabajo les toma menos tiempo al llegar a casa y compartir con la familia.
En mi caso yo descifré el mito y afortunadamente se me dieron todas las cosas al tiempo, conseguí un trabajo que me quedaba a 20 cuadras de mi lugar de residencia, me ahorre algunos almuerzos y eso es ahorro y cuand salía del lugar de trabajo (Calle 26 Cra 50) me tomaba menos de media hora a pie llegar a mi residencia o como siempre al posterior lugar de trabajo (mientras estuve de empleado no descuidé ni los amigos ni los clientes).
Porque estar agradecido, porque sí, porque nunca imaginé en los años que tengo trabajar en una entidad del Estado y porque no decirlo y expresarlo en este sitio, en una de las entidades más importantes del país, y aunque no lo crean allí no solo madrugué todos los 88 días que estuve laborando de las 8:00 a las 5:00 de la tarde, sino que allí aprendí y por fin entendí que no todos los empleados públicos son desatendidos con las personas, allí ví a muchas personas trabajar y trabajar hasta el cansancio, para no ir tan lejos muchos se quedan después del horario habitual de trabajo a continuar y despejar el escritorio.
Desde este sitio le doy un saludo muy especial a Oscar, Clarita, Edwin, Carmen, Edna, Julia, Gloria, Ariari, Luis Eduardo, Jairo, Nancy, Sandra, Estela, Javier, Paulo y muchos otros anónimos que hoy mientras escribo se me escapan.
Solo me resta decir que algún nuevo día volveré no solo a seguir aprendiendo sino a seguir compartiendo escritorio y mesa con gente que sabe más que uno y que uno tiene que estar agradecido.
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